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Museo de la inocencia

Hace mucho escribí sobre este museo en específico, pero antes de seguir adelante creo que es importante que sepan por qué es necesario que escriba sobre él. Habiendo tantos museos, mucho más importantes o que son famosos por sus colecciones a nivel mundial.

Supe de él por un amigo, al que llamaremos R. Cuando R supo que iría a Estambul de vacaciones (hace muchos ayeres), me dijo que tenía que ir al Museo de la inocencia... Imagínense, si soy ignorante ahorita, hace unos años atrás, era todavía más ignorante y obviamente jamás de los jamases había escuchado hablar sobre este museo, ni siquiera meses antes de ir a Estambul. 

Por lo general cuando voy a viajar a un lugar totalmente desconocido, empiezo a investigar sobre la ciudad en cuestión y los lugares que visitaré. Entonces cuando te dicen "Estambul", una piensa en: el Hagia Sophia, la Mezquita Azul, la cisterna, la Torre Galata, el Palacio Topkapi, el Bósforo, el mar Mediterráneo, el Gran Bazar, el Mercado Egipcio, las cosas turísticas, los must-visit, no en lugares cero turísticos o poco conocidos.

R, me platicó apasionadamente sobre el museo, desde que estaba relacionado con un libro de un autor turco que había ganado el Nobel de Literatura y blah, blah, blah, blah... Sí justo, así lo escuché la platica, me perdió a los pocos segundos y es que, amigues he de confesarles que cuando escucho hablar sobre cosas cursis, amores que mueven montañas e historias por el estilo, se me hacen pura fantasía y pierdo interés... Pero bueno, no tiré a loco a mi amigo R, al final sí visité el museo, hasta tomé fotos a escondidas, porque R me las pidió.

Y es que ahora hay que ponernos de lado de mi amigo. Él es museólogo y museógrafo, super letrado, con maestrías y doctorados, obviamente, su edad también le da cierta sabiduría y sus patoaventuras también (cof, cof, con alumnas o mujeres más jóvenes que él), pero este post no es para sacar sus trapos sucios, sino explicar por qué para él, el Museo de la inocencia era tan especial o es tan especial, que es un must-visit... Este bueno, yo también trabajo en museos, pero ¿por qué para mí no sonaba tan significativo o especial ese museo? Obviamente pues, por mi ignorancia y desconocimiento del mundo... "¡Libros, Miguel!" (chiste local, algún día se los contaré).

Hay diferentes especialidades para los que trabajamos en museos, su servidora (me choca decir eso) no se dedica precisamente a la parte de museología y museografía, sé de qué van, pero mi trabajo está enfocado al servicio al visitante y al área educativa. R, es museólogo y museógrafo, parte esencial en la creación de un museo y por eso para él, toda la historia al rededor del Museo de la inocencia era tan cercana y significativa.

No sé cómo contarles sobre el Museo de la inocencia sin darles spoilers, pero trataré de no hacerlo, he olvidado un poco el libro y eso supongo que ayudará.

El libro de Orhan Pamuk, relata el amor prohibido (¡ay! no les voy a decir por qué es prohibido, lean el libro), entre Kemal y Füsun, ambos vivían en Estambul en los años 50's (creo, según dice el libro) y pues Kemal sobre todo era de clase media-alta, Füsun era de clase media-baja (creo) y era prima de Kemal. Se enamoran perdidamente, Füsun empieza a salir con Kemal, cuando ella tenía unos 18 años y Kemal andaba llegando a los 25, algo así, pero si le llevaba varios años. Se vían a escondidas en una casa abandonada, y pues llegaron a entenderse bastante bien.

Kemal quedó tan "afectado" con el romance que vivió con Füsun que se le ocurrió construir un museo, para inmortalizar la memoria de Füsun y su historia de "inocente" amor o "amor puro". Super cursi ¿no? En el ínter, Kemal conoció al escritor, quien quedó fascinado con la historia y se encargó no solo de escribir el libro, sino que ayudó a Kemal a construir y armar el museo... Quizá ya les dije demasiados spoilers, pero uno a veces necesita leerlos para entender mejor el poder de la historia. En este caso todo está lleno de emociones y sentimientos y de un amor que nunca pudo vivirse al cien. 

Y es que uno se relaciona con el museo por medio del libro, y cuando una visita el museo ve todo lo que se imagino mientras leía la historia, es decir, el libro, las palabras, la historia se materializa, al final se forma un vínculo entre el lector y la historia en sí. Por eso lloré al final y eso que me enojaba mucho Kemal, me sentía muy indignada por la manera en que había tratado a Füsun, pero esa es otra historia.

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La verdad no me acuerdo qué visité primero cuando llegue a Estambul, recuerdo que llegamos de noche y que el taxi se fue por el camino largo para cobrar más, todo se veía muy obscuro y sombrío al rededor del hotel.

Uno de los días que estuve ahí, recuerdo que probé un deliciosas berenjenas (sin albur), ese mismo día deambulamos sin saber exactamente si íbamos en la dirección correcta. Me peleé con mi mamá, ella se enojó conmigo porque no sabía dónde estaba el Museo de la inocencia, pero pues conocimos uno de los barrios más bonitos de Estambul, el barrio de las antigüedades. Después de mucha pelea y disgustos, llegamos al lugar.

Mi mamá decidió no entrar, al ver que había muchas escaleras y que no había elevador, y es que lo primero que ve uno al entrar al lugar a parte de la taquilla y unos monitores mostrando parte de la película que hicieron basada en el libro... Y es que realmente para los turcos, el Museo de la inocencia es más que una historia de amor a la "Romero y Julieta", es algo especial. Comercial: Orhan Pamuk, para muchos puso a Turquía en el radar, cuando ganó el Nobel de Literatura en el 2006, es por eso que si usted va a una tienda de souvenirs, encontrará libros del autor traducidos en diferentes idiomas ¿quién lo hubiera pensado, libros como souvenir?

La verdad le valía un reverendo cacahuate el museo a mi mamá, la había hecho caminar cuadras y cuadras (y pues los juanetes jajajajaja, ¡ay pobrecita!), y luego entrar al museo y toparte con una pared con 400 colillas de cigarrillos como si fuera una instalación de Damien Hirst, pues menos ganas le dieron de entrar. Dato curioso: esas 400 colillas de cigarrillos las recolecto Kemal en cada conversación que tuvo con Füsun (su amada), como recordatorio de esos momentos que compartió con ella (creo, sí, algo así cursi es el asunto, visiten el museo bajo su propio riesgo).

Cada vitrina que compone el museo, corresponde a un capítulo del libro. Es un libro es extenso como de unas 1300 páginas aproximadamente, en las que se reparten 83 capítulos. Cada vitrina atesora artículos personales de los protagonistas. En pocas palabras el museo es un memorial a un amor inocente y perfecto, ese amor que nunca se olvida, ese amor que pareciera que solo existe en cuentos de hadas... Eso también es algo mágico del museo-libro, lo lees, lo continuas leyendo, y crees que esos personajes son ficticios, pero cuando visitas el museo, te das cuenta que sí existieron, que ese amor inocente fue real, no ficción. 

Kemal le contó su historia de amor a Orhan Pamuk, y él en Central Park escribió el libro. Dato curioso: Orhan Pamuk suele escribir sus libros a mano, después un copista o no sé cómo se les diga lo pasa a máquina o computadora para entregarlo a la editorial.

Amigues, soy escéptica, no me gusta decirlo pero, la vida me ha hecho de esa manera en cuanto amores se refiere. Me cuesta trabajo creer que alguien quiera o ame a alguien tanto como para hacerle un museo. En mi humilde punto de vista, estuve muy enojada con Kemal, porque a mi parecer, él se aprovechó de la inocencia de Füsun y creo que por culpa o remordimiento (aunque él diga que no, bueno ya no puede decir nada porque ya falleció) se le ocurrió hacerle un museo.

Eso es lo que pensaba, antes de llegar a la última parte... La última habitación era la habitación de Kemal, misma en la que había trabajado en planear el museo para o de Füsun y su historia de amor. Era una habitación sencilla, una cama individual (ni siquiera matrimonial), cabecera de barrotes de metal, nada fuera de lo común. En la pared en frente de la cama, estaban todas las páginas del manuscrito del libro original, escritas a mano, con tinta negra por el mismo Orhan. El texto estaba acompañado con pequeñas ilustraciones de los árboles de Central Park.

¿Saben qué sentí al ver eso? Me sentí como Tomás cuando metió el dedo en la herida de Jesús Resucitado y lloré, no supe ni siquiera de dónde venían esas lágrimas, hasta perdoné a Kemal. Ha sido el único museo que me ha hecho llorar, tiene una carga emocional y melancólica que no se puede describir, pero para vivir la experiencia al máximo, les recomiendo leer el libro, borrar de sus mentes este post y visitar el museo.

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