Ir al contenido principal

Niño existencialista



When the child was a child,
It was the time for these questions:
Why am I me, and why not you?
Why am I here, and why not there?
When did time begin, and where does space end?
Is life under the sun not just a dream?
Is what I see and hear and smell
not just the reflection of a world before the world?
Is there really such a thing as evil, and people
who really are the Bad Guys?
How can it be that the I, who I am,
didn’t exist before I came to be,
and that, someday, the I who I am,
will no longer be who I am?

La infancia termina, cuando un niño sufre algún evento sumamente doloroso, que lo marcará de por vida: un divorcio, una muerte de un ser querido, una verdad que cambiará la forma en la que ves el mundo.

Mi mamá dice que no tuvo infancia. Dice que su infancia terminó a los cinco años, cuando le tocó ver a su hermano –que se acaba de dar un balazo en la cabeza–, acostado en una cama, con los ojos cerrados, con bendas ensangrentadas en la cabeza, con una madre ausente, pero con otro hermano que le jugaría bromas y la trataría de hacer reír o recordarle que aún estaba pequeña. Muchos años después mi mamá sigue sin reírse de chistes sosos, sigue sin entender el fin de las bromas ¿Ven a lo que me refiero ahora?

Mi infancia terminó a los 7-8 años, después de un Super Bowl. Lo único que puedo decir es que a partir de ese momento ya no confiaría de la misma manera en mis papás y me sentiría fuera de este mundo. Después de muchos años entendería que los únicos que siempre te darán apoyo son ellos, así que aprendí a confiar en ellos otra vez. Tardo fácilmente entre 10-15 años en el proceso de sanción y aceptación. No está del todo sanado y bien, sigo trabajando en eso. Si estuviera totalmente curada ahorita lo diría abiertamente, pero no aún no puedo.

Justo esa noche, entre sollozos me hice esas preguntas del poema de Peter Handke: ¿Por qué soy yo? ¿Por qué no soy tú? ¿Por qué estoy aquí y no estoy allá? Sobre todo esta última pregunta ¿Por qué estoy aquí? Y entonces empezaba a imaginar donde estaría si no fuera aquí, tratando de encontrar algo que me hiciera sentir que pertenecía a este mundo, a este planeta, porque todo me parecía muy ajeno. 

Trataba de acordarme de mi primer recuerdo, ¿Qué fue lo primero que vi? ¿A quién vi? ¿Cómo era el lugar? Pero, creo que es casi imposible que alguien recuerde cosas como esa ¿No les gustaría saber? No es lo mismo que te lo cuenten a tu vivir la experiencia.

A veces me despertaba y… En aquellos días no había películas como Inception, Matrix o algo así que te hicieran pensar que tu vida es un sueño… Me despertaba deseando que mi vida fuera un sueño, durante mucho tiempo tenía la sensación de que la realidad no es lo que vemos o lo que vivimos, sino otra cosa –no, a los 7-8 años no me metía ninguna droga, solo era una niña existencialista, con mucho tiempo para conocerme, filosofar y tratar de entender la vida– y fue entonces cuando me pregunte ¿Qué es la vida? 

Pensaba demasiado las cosas, demasiadas voces dando su versión de los hechos, una niña solitaria con muchas preguntas que tal vez no era tiempo para hacérselas. Nunca fui una niña normal, no soy una persona normal… lo sé lo trillado ¿Quién es normal? Todo es relativo. Pensaba sobre la vida, el universo y todo lo demás, todo el santo día… Preocupada mi madre me mando con psicólogos y apoyo, pero no recuerdo que me haya preguntado ¿cómo te sientes? Eso lo hubiera cambiado todo, se hubiera ahorrado mucho dinero y a mi unas tardes aburridísimas con una señora a la que no podía dejarle de ver la gran, gran verruga que tenía en la cara. 

Recuerdo que hasta me metió en clases de filosofía para niños. No me sentí diferente. No me ayudó a calmar la loquera existencial de mi cabeza.

Secundaria: mismas preguntas. Preparatoria: mismas preguntas, pensamientos al triple o al cuádruple, todo fue peor, primero ya no era una niña, dos me sentía más sola que nunca, la Señorita Depresión salió a flote. Entre más me cuestionaba, entre más quería saber, más deprimida me sentía y más insignificante me sentía… Mi vida era patética. El último año de prepa rogaba porque terminara la preparatoria, odiaba mi escuela, odiaba a mis compañeros, odiaba el ambiente de “cordialidad” y “hermandad” que reinaba en la escuela –¡Pamplinas! Todos eran unos hipócritas… Jamás tuve el valor de decirlo.

En carrera todo mejoro. Desde que estaba en preescolar, siempre quise llegar a la universidad, sabía que iba a ser la mejor etapa. Mi mente se aclaró mucho. Entendí que el mundo necesita algo de hipocresía para que no se destruya. Muchas preguntas siguen sin respuesta, pero ahora hay más preguntas, muchas ideas, muchas teorías (la mayoría sin comprobar), por lo mismo hay reclamos (al aire), hay una mente abierta que a veces se cierra, pero que sigue tratando de entender cómo funciona la vida, pero tal vez nunca tenga respuesta. 

When the child was a child
it walked with its arms swinging,
wanted the brook to be a river,
the river to be a torrent,
and this puddle to be the sea.
When the child was a child,
it didn’t know that it was a child,
to it, everything had a soul,
and all souls were one.
When the child was a child,
it had no opinion about anything,
had no habits,
it often sat cross-legged,
took off running,
had a cowlick in its hair,
and made no faces when photographed.

Comentarios

Entradas populares de este blog

  ESTOY DE VACACIONES, se supone. He querido escribir, he querido contarles como han sido los últimos meses, las últimas semanas, como cambian las cosas día a día, sin poder hacer pausas, detenernos 5 minutos a tomar aire. Ni el COVID pudo parar al mundo, nos paró a nosotros, pero la vida no se detuvo. Lo chistoso e incongruente de la vida, el planeta ha ido rotando en su eje mucho más lento, mientras que nuestras vidas van cada día más aceleradas. Estoy de vacaciones, y ayer sufrí un peque ataque de ansiedad, porque me iba a ausentar del trabajo dos días. Así de loca estoy, son algunas secuelas que me dejó la pandemia: sentir la necesidad de estar en mi trabajo, sentir que es lo único seguro-inseguro. Son un montón de factores que trabajo con mi misma todos los días, son secuelas, es el luto, es duelo.  Mi mamá murió antes de la pandemia, mis inseguridades se dispararon al 500% o más, es algo que no se puede medir con números. De un día a otro me había convertido en la fuerte de la ca

Me puse a leer

  Después de sufrir ansiedad, loquera, y demás. Llorar por si ningún motivo, sentir que todo mundo me odia, que todo lo que hago está mal, que la cago cada 5 segundos, decidí que en vez de estar pensando de más en cosas que no puedo solucionar, debía enfocar mi energía y atención en otra cosa, y me fui por la parte de la fantasía y ficción. Tomé aire y compré el libro de Fire & Blood, la historia de la familia Targaryen en Westeros. Usted que es usuario y lector frecuente –quiero pensar– de este blog abandonado, sabrá que soy fanática de la serie Juego de Tronos –Game Of Thones–, pero fanática a medias porque nunca, ni por los dioses viejos y nuevos me había aventurado a leer los libros. Lo intenté, traté de leer los libros de la serie A Song of Ice & Fire, pero amigues, seamos sinceres, la serie era una copia fiel a los libros, demasiado, diría yo, no le ví caso leer algo que se veía en TV.  Ilustración de: Robert M. Ball / website: https://www.robertmball.com Robb Stark,

Historia rara

Hoy es Nochebuena, la segunda sin mi mamá y estuvo bien. Obviamente sentí que todo faltó, pero estuvo bien, porque todo salió según el plan, quizá mejor que el plan. La primera Navidad sin mi mamá fue en el 2020, con pandemia y mi lado antisocial era feliz, pensaba que una Navidad a solas, con mi papá era lo mejor, lo mejor para mi, porque mi papá sí necesitaba a la familia, yo solo quería estar en casa, con cobijas y viendo Netflix. Por una extraña razón, bueno ni tan extraña, porque fue amor, decidimos juntarnos en Navidad con todo y las cosas malas que podrían suceder, sabíamos los riesgos y aún así nos juntamos, sin temor a Dios.  La segunda Navidad sin mi mamá, fue hace un año, con todo y pandemia, nos volvimos a juntar, sin temor a dios, sin restricciones, conviviendo todos bajo el mismo techo de la casa de Queño.  Ambas Navidades no sentí tanto la ausencia de mi mamá, pero está Navidad que quise que fuera diferente, todo lo que deje de hacer, era acordarme de ella, todos sus reg