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Manzanillo versión Jack Kerouac





El lunes pasado salimos a las 7 am de nuestra casa, por primera vez salimos puntuales a la hora acordada y como siempre mis padres andaban de genio peleándose por sabrá-dios-qué-cosas, cuando están ese plan mi mente se pone en una especie transe sin necesidad de sustancias prohibidas o/y psicotrópicas. Apenas se ponía el sol cuando salíamos de Ciudad Lerdo y tomábamos la carretera rumbo a Durango (que es la misma que va a la Ciudad de México y demás).
En particular ese paisaje entre Lerdo y un poco después del Parque Raymundo es mi favorito, pasando el Río Nazas (seco) empecé a leer de nuevo el libro que llevaba en este viaje "En el Camino" de Jack Kerouac, en realidad ya llevaba 20 páginas leídas, releí algunas páginas para acordarme donde me había quedado.
Mientras leía me preguntaba ¿quién fue Jack Kerouac? ¿qué lo llevó a escribir este libro? Es el mayor exponente de la llamada Generación Beat y eso ¿qué se significaba? ¿qué es la Generación Beat? Eran los años cincuentas y varios chicos rudos renegaban de los valores y estándares de la sociedad estadounidense, pero para que contarles más sobre eso, lean el artículo de wikipedia, no tienen que buscar, solo denle click encima del nombre y ya.
Llegamos a uno de los entronques de caminos que más me gustan y a los que más respeto les tengo, el entronque donde se juntan los caminos a Velardeña, Pedriseña y la carretera libre a Durango (carretera federal 45 alias "Carretera Panamericana"). Justo tantito antes de llegar al mero, mero entronque, se escucha una especie de chillido perruno, mi papá le pegó a un perro suicida (yo creo que acababa de despertar y no se había lavado la cara y por eso se atravesó en nuestro camino). Paramos el carro a lado de la carretera por dos asuntos: 1. porque quería asegurarme que a mi carro no le había pasado nada y 2. porque quería tomarle la foto al castillo de mi abuela.
Seguimos el camino sin contratiempos, avance bastante en mi lectura, hasta que me pase al asiento del copiloto donde mi rol fue de diyei. Cantaba algunas canciones, platicaba con mi papá y me di cuenta que no tenía idea de a donde iba ¿qué hay en Manzanillo a parte de las Hadas? Ni idea.
Tomamos rumbo hacia Zacatecas, después Aguascalientes y paramos en Guadalajara, llegamos con el famoso primo de mi papá que nos prestaría su departamento en Manzanillo. Tomamos unos cuantos tragos, mi papá pidió tequila... está bien, yo también tomé, pero poquito. La comida fue hecha por su esposa y estaba deliciosa. Estuvimos unas dos horas en su casa y partimos hacia Colima, y después de Colima buscamos el volcán, pero las nubes lo escondieron requetebién y no lo vimos.
Dos horas más tarde, al rededor de las ocho vimos el mar, nos dirigimos hacia la zona hotelera de Manzanillo y subimos el cerrito hasta llegar al hotel.
Cuando llegamos al "departamento", nos dimos cuenta que era grandísimo, tenía 3 habitaciones con sus baños completos, cocina, comedor para 8 personas y una amplia sala que daba hacia la terraza y ésta a su vez a la marina y la bahía. Salimos hacia la terraza y encontramos la alberca y una pequeña salita, donde se podía oler y oír el mar. En ese momento decidí que todo lo que había fuera de Las Hadas no importaba mucho.
Al día siguiente fuimos a dar una vuelta por Manzanillo, fuimos hasta Santiago en busca de pescado fresco, no encontramos. Regresamos por el camino y nos dirigimos al puerto (hacia San Pedrito), ahí encontramos a pescadores con filetes de pescado dorado (uno de mis favoritos). Regresamos a Las Hadas y dejamos los filetes en el refrigerador y fuimos a la Soriana a comprar ajo, cebolla y demás.
A partir del martes, solo comimos filetes de dorado, acompañado de harta cerveza.
Todos los días leía mi libro, confieso haberme reído de las aventuras de Dean que se la pasaba diciendo "si, si", lo que me recordaba a Sandys, aunque Dean y Sandys no se parecen en nada, quizá solo en el "si, si". Al principio leía en la terraza, pero me daba calor, así que dije me voy a poner el traje de baño y al agua patos en la alberquita. Y sería ahí donde terminaría de leer la primera, segunda y casi la tercera parte del libro.
En las tardes, ya como a las 6-7 de la noche, íbamos a la playa, al mar. Una tarde la playa estuvo cerrada por un tiburón loco que andaba buscando comida en la playa y la marina. Por lo que veía, había mucho pez en esa área, así que entiendo perfectamente porque andaba ahí.
Cuando estaba en la playa me gustaba contemplar la arquitectura de todo el cerrito, bueno de lo que podía ver, todos los edificios eran blancos, muy estilo griego-mediterraneo. Me recordaba mis fallidos planes de ir a Grecia en estas fechas. Mi cabecita decía "opa, opa" sin signos de admiración, opas contemplativos.
No vi tele, no escuche música, solo el mar... no había más ruido, el complejo de Las Hadas estaba solo.

Como a las 10 de la noche siempre se escuchaba ruido en el bote de basura, siempre pensé que eran señores vaciando los botes. Una noche, el refrigerador se descompuso, hablamos a Guadalajara para avisar y pedir permiso para meter la comida en el refri del otro depa del primo de mi papá (que también estaba en Las Hadas). No encontrábamos el depa ¿dónde carajos está el depa 460? Buscamos y buscamos en el 4o. nivel y nada, volvimos al 5o. y en el bote de basura veo un trasero peludo con cola (había visto gatos unos días atrás) y pensé que era un gato, maúyo y ¡sorpresa! ¡sorpresa! no era un gato, era un gordo mapache alimentándose de la basura. Ambos nos quedamos quietos, sin movernos, yo salgo corriendo en dirección contraria y el se vuelve a meter al bote.
Después de 30 minutos de andar subiendo y bajando escaleras por el laberinto aquel, decidimos volver a llamar a Guadalajara y nos explicaron como llegar, solo había una ruta.
Llegamos al otro depa, era más pequeño, cocina nueva, dos habitaciones con sus baños completos, comedor para 4 personas, amplia sala y una gran, gran terraza con una pequeña alberca redonda. Ya habíamos visto este departamento desde la terraza del otro del quito piso. El refrigerador era más viejo y tenía la puerta abierta gracias a unas cajas de champagne Cristal (vacías), es lo más cerca que he estado de esa cara y lujosa bebida.
Salimos a cenar un par de veces, rica comida, con buena música y escuchando las olas del mar.
No fue nada fuera de lo común, Las Hadas se puede resumir como el lugar más relajante y tranquilo en fechas que no sean Semana Santa o fin de año. Buscaba olvidarme de todo y de todo me olvide, solo podía pensar en Sal y Dean y sus viajes.

Nota.- Traigo muchas ganas de ver películas viejas como: "Zorba el griego", "El bueno, el malo y el feo" y "10: La mujer perfecta".

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