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Era como esa cita, que no era cita. Simplemente quedaron en salir como otras veces. Una salida al cine casual, una película que ni siquiera era una joya cinematográfica, era solo una película cualquiera para pasar el rato. Ambos querían verla, les recordaba tanto su infancia, esa parte de la infancia que los hacía felices y que deseaban que en algún momento esas aventuras ficticias de la película, hubieran sido parte de su pasado, pero no tuvieron tanta suerte.

A la salida, decidieron no irse directo a casa, sino pasear en los jardines ubicados al rededor del complejo del centro comercial. Solo caminaban, no hacían nada fuera de lo normal, platicaban de "cosas", de sucesos de aquí y de allá, relacionadas con la película que acaban de ver. Cyan estaba sumamente emocionado, un poco eufórico, estuvo muy feliz por el resultado de la película, mientas que Magenta, solo se reía de los comentarios de Cyan que estaban llenos de emoción, como si un niño estuviera hablando de los juguetes que le trajo Santa Clós. 

A Magenta también le había gustado la película, pero era más tímida al expresar sus ideas. Veía a Cyan como ese amigo más conocedor de cine y exigente a la hora de escuchar reseñas, reviews o comentarios cinéfilos, así que pensaba mucho más lo que iba a decir, no quería defraudar a su amigo, haciendo comentarios sosos y sin contenido de la película, aunque sabía que Cyan no la juzgaría, porque eran amigos y se aceptaban tal como eran, o al menos eso era lo que habían acordado desde un principio: no juzgarse y siempre ser sinceros.

Las banquetas estaban mojadas, extrañamente había dejado de llover y eso les había permitido salir a caminar y desentumir las piernas. Después de una hora caminando, Magenta le recordó a Cyan que tenía que volver a casa porque su gato no tenía comida. Así que se dirigieron al carro. Algo pasó a partir de ese momento, por lo general Cyan no le abría la puerta a Magenta, y en esa ocasión se la abrió y se colocó de tal manera que la cara de Magenta y la suya se miraron de cerca mientras Magenta entraba al carro algo extrañada por el gesto, pero no lo cuestionó.

Cyan encendió el carro y era turno de Magenta de seleccionar la música, y sin querer salió una canción de Dashboard Confessional, demasiado emo, un poco ajeno para Cyan que estaba acostumbrado a oír otro tipo de música, un poco más underground, más entre los últimos años de los 90's y principios de los dosmiles, pero como buen amigo, tenía que aguantar, su turno ya había pasado. 

Magenta empezó a cantar en voz alta sin querer. Daba la casualidad que era una de sus canciones favoritas. Cyan era él, el que ahora se reía de lo mucho que disfrutaba la canción Magenta. Justo después del coro de la canción, Cyan tomó con fuerza la mano de Magenta (aprovechando que el semáforo estaba en rojo), justo la mano que usaba de micrófono imaginario para cantar la siguiente parte de la canción, pero en vez de eso, le besó la mano a Magenta, la vio directo a los ojos unos segundos y continúo la letra con suavidad, casi susurrando, como si le contará un secreto: "stay quiet, stay near, stay close, they can't hear, so we can get some...". Magenta se quedó estupefacta, confundida, no entendía qué acababa de pasar, Cyan se adueño de la canción, convirtiéndose en el rockstar del lipsync.

El resto de la canción la cantaron ambos, Cyan poniendo atención hacia el camino y Magenta algo molesta porque Cyan le había quitado su canción y solo iba viendo el paisaje urbano, mientras susurraba la letra de la canción en turno. Se sentía intranquila, intuía que algo estaba rompiendo su armonía y sentía que el ambiente se estaba poniendo algo tenso.

Siguieron otras seis-siete canciones más, ambos siguieron cantando, se volteaban a ver ocasionalmente Cyan siempre con una sonrisa sincera, Magenta también le contestaba esa silenciosa conversación con otra sonrisa, pero asustada en el interior. Nunca había visto tan eufórico y tan cambiante a Cyan.

Por fin llegaron a casa. Magenta se despidió lo más rápido que pudo, como de costumbre, pero más nerviosa de lo normal, se apresuró para abrir la puerta del carro antes que Cyan volviera a querer ser un "caballero", pero aún así Cyan también apresuró el paso y terminó deteniendo la puerta para que Magenta bajara del carro, ayudándola a salir de éste, extendiendo su brazo. Cyan cerró la puerta y se quedó recargado en el carro, Magenta se dirigió a la entrada de su casa, para abrir la reja de la entrada lo más rápido posible, pero entre los nervios, la presión y lo incomoda que se sentía con el comportamiento tan extraño de su amigo, hacían que le fallara la motricidad de las manos. Cyan se acercó a ayudarla. La puerta no abría, tenía el seguro que solo podía quitarse desde adentro.

– Tendré que "saltar la reja, abrir la puerta y dejarte entrar" –anunció Cyan lo que iba a ser su hazaña de "príncipe valiente", poniendo aún más nerviosa e incomoda a Magenta, quien al parecer se había quedado sin voz, desde lo ocurrido a media canción de Dashboard Confessional en el carro. Cyan hizo una pausa y continúo su discurso triunfal– justo, como la canción. La pregunta es: ¿pondrás tus manos en mi cintura y me darás un beso, también?

Magenta en ese momento ya ni siquiera sabía qué decir, sentía que toda la sangre se había ido hacia la cabeza, haciéndola sonrojar y volteó hacia la reja, tratando de ocultar lo sonrojada que estaba y dijo: "solo ábrela, por favor". Cyan sonrío, brinco la reja agilemente, quitó el seguro, abrió la puerta solo un poco, obstruyendo con su cuerpo la entrada, se inclinó hacia Magenta y le robó el beso. Magenta se dejó llevar, era la primera vez que su mente estaba en blanco, aquella noche. Acarició suavemente la cara de Cyan, este gesto hizo que Cyan soltara la reja para abrazar con fuerza a Magenta de la cintura, mientras Magenta colocó sus brazos al rededor del cuello de Cyan. Después de unos minutos se separaron un poco y Cyan solo dijo "you kissed me like you meant it" y volvió a besarla.

No se sabe desde hace cuánto tiempo Cyan llevaba enamorado de Magenta, ni tampoco desde hace cuánto tiempo Magenta lo estaba de Cyan... 

Esa noche, el gato de Magenta "cenó" hasta la mañana siguiente. Pobre gato.

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